Sunday, October 25, 2015

Vicegobernadora impulsa protección a la salud reproductiva de las mujeres en Pando

El Seguro Universal de Salud que está vigente en Pando desde diciembre del pasado año viene expandiéndose en todo el Departamento y cubre los sectores más vulnerables de la comunidad, como las mujeres y madres de familia en edad fértil. En ese marco la vicegobernadora Paula Terrazas Justiniano tomó en sus manos la iniciativa de impulsar un programa para brindar asistencia preventiva en los barrios de Cobija.

http://www.pando.gob.bo/Es el programa denominado “Plenamente Mujer”. Consiste en la atención gratuita de control ginecológico, planificación familiar y educación sexual que imparten los profesionales de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedes) de la Gobernación de Pando, en colaboración con las Brigadas de Médicos Cubanos y estudiantes de Medicina de la Universidad Amazónica de Pando (UAP).

El servicio que es ambulante se inició en Cobija durante toda la jornada del pasado 16 de octubre en el Centro Safci del barrio Mapajo. “Se ha priorizado en esta primera labor destinada a proteger la salud reproductiva de las mujeres pandinas, la realización de exámenes de Papanicolau para prevenir el cáncer uterino que es el más temido en nuestra población femenina, con las entrega ese mismo día de los resultados a las más de 70 pacientes que se hicieron el chequeo”, informó la Vicegobernadora, profesional del sector médico a la sazón, enfatizando que además dicha movilización implicó la socialización de la “Ley Integral para Garantizar a las Mujeres una Vida Libre de Violencia”, es decir la Ley 348 promulgada por el presidente Evo Morales el 9 de marzo del 2013. “También se imparte capacitación sobre la trata y tráfico de personas, otro problema que afecta especialmente a las mujeres”, agregó la Dra. Paola Terrazas.

La Vicegobernadora de Pando —autoridad elegida junto al gobernador Luis Flores Roberts en los pasados comicios subnacionales—, informó asimismo que este importante programa para apoyar la salud reproductiva de las mujeres en el norte amazónico del país se implementará en los quince municipios de las cinco provincias del Departamento.

“Ahora estamos planificando similares programas de salud preventiva destinada a nuestra poblaciones de niños y de adultos de la tercera edad. El Seguro Universal de Salud impulsado en su gestión pasada por el gobernador Luis Flores nos permite contar con los recursos necesarios para avanzar en este proceso de franco desarrollo humano en el Departamento”, finalizó la vicegobernadora Paola Terrazas Justiniano.

Friday, October 23, 2015

LOS APREHENDIDOS SON SEÑALADOS POR, AL MENOS, 12 CASOS Cae una banda de secuestradores en Cobija

Una banda de secuestradores que operaba en la ciudad de Cobija, Pando, fue atrapada por un equipo de élite de la Policía Boliviana en coordinación con autoridades del estado de Acre, Brasil, y el Ministerio de Gobierno, de acuerdo con el informe oficial de la dirección de comunicación de esta cartera.

El informe señala en un inicio, que “el grupo de élite actuó de forma conjunta con el Ministerio de Gobierno para proceder a la detención de las cinco personas que venían operando con secuestros en Pando”.



SOSPECHOSOS. La banda estaba conformada por tres bolivianos y dos brasileños, entre ellos Roger Heredia, Carlos Rossell, Abel Roca, Rechelly Ribeiro y Deibson Cabral Nascimento, planificaron el secuestro de Juan Zabala y 10 trabajadores . Los últimos utilizaban armas de fuego para reducir a sus víctimas.

La Policía informó que este grupo delincuencial realizó al menos 12 secuestros, aunque solo uno fue denunciado. Las autoridades locales recordaron que uno de ellos fue perpetrado contra un hacendado en Filadelfia, quien fue raptado junto a diez trabajadores. Los delincuentes obtuvieron cerca de 56.000 dólares a cambio de dejarlos en libertad.



EN OTRO HECHO EN EL PORVENIR, DOS EXTRANJEROS SUSTRAJERON 29.000 DÓLARES DE UN COMERCIO LOCAL.

Wednesday, October 21, 2015

Cobija, una verde totalidad

mediados de 2014 visité Cobija por trabajo. Me contrataron para hacer el guión de unos cómics y, para tener una mejor idea de lo que debía guionizar, quienes me contrataron creyeron que lo mejor era que conociera aquella ciudad.
No quiero dar más detalles del asunto del trabajo porque hasta ahora no me pagaron. Prefiero creer (como cuando eres escritor y te invitan a escribir para un periódico) que el viaje fue el pago: no sólo de dinero vive el hombre, ¿no ve?
Fue un viaje muy especial. Era la primera vez que me subía a un avión. Era la primera vez que visitaba una ciudad por la que siempre sentí mucha curiosidad. Me sentía casi un explorador que parte en una expedición que busca Eldorado y sabe que no encontrará, oro sino otro tipo de fortuna, el camino. Y fue, también, la primera vez que pisé suelo brasileño (Epitaciólandia y Brasiléia).
Llegué algo tarde al aeropuerto (tan acostumbrado a que las flotas, tan pacientes ellas, lo esperen a uno) y tuvimos que correr con mi acompañante para hacer el check in. El primer avión al que subí en mi vida parecía un lápiz (creo que la cocina de mi casa podría haberle servido de garaje) y en él cabían 12 o 14 personas sentadas cada una al lado de una ventanilla; sin mucho esfuerzo uno podía ver todo lo que hacían y dejaban de hacer el piloto y el copiloto.
Me llamó la atención ver a tantas personas hacer la señal de la cruz en el pecho (he olvidado cómo se llama ese gesto católico de autobendición y / o encomienda). Mientras pensaba que en realidad sus cruces estaban invertidas (fíjense bien, ¡siempre lo están!) e imaginaba que la autobendición podría salir al revés para todos nosotros, el avión empezó a ascender. Mi acompañante cerró los ojos y se encerró en sus audífonos, "soy claustrofóbico”, me dijo, "hablamos luego”.
Cualquier miedo que pudiera haber nacido en mí se diluyó cuando apareció la maravilla en mi ventanilla. ¿Cuál era esa maravilla? Ver todas las cosas que se ven cada día de una manera totalmente distinta; ver el territorio de las hormigas, tantos hormigueros, y en realidad estar viendo tu propio territorio.
Cuando llegamos a Trinidad (allí debíamos cambiar de lápiz), al bajar los peldaños del avión, sentí una inundación de calor y tuve la impresión de que el frío que nos había acompañado desde La Paz acababa de ser asesinado a cuchilladas.
Luego llegamos a Cobija, La perla del Acre, y una camioneta nos esperaba para llevarnos al hotel. Las habitaciones eran unas cabañas individuales rodeadas de selva y nada apagaba el sonido de la naturaleza, sonido que, descubriría más tarde, por las noches se incrementaba.
Cuando te acostumbrabas a él, es música, la música de la vida: los que emergen de lo oscuro, los que permanecen en las ramas, los que vuelan, los que se arrastran, los que matan para vivir, los que mueren para que otros vivan; así, incesantemente, un ciclo que se cierra para volver a abrirse y encerrar, en su centro, el todo.
Siempre recuerdo los pocos días que pasé en Cobija con cariño. No hay nada como sentir, en la garganta y luego en el alma, el frío de la chicha de maní o del jugo de coco o del somó después de haber caminado cuadras y cuadras bajo el calor amazónico. ¡Qué sensación!
También recuerdo que probé uno de los mejores arroces de mi vida en algún restaurante cercano al mercado. Y, hablando de comida, recuerdo que, cuando quise probar de las parrillas que suelen hacer los cobijeños al caer la tarde, me encontré con un habitante muy particular de aquellas tierras verdes. Cuando lo vi, levanté los pies y la cocinera me preguntó: "¿Qué es?”. Sólo supe decirle: "Una vinchuca” y ella se aproximó a observar la veloz cucaracha gigante que peleaba con otros insectos medianos por el dominio del territorio bajo mi mesa.
"Es un chulupi, nomás”, me dijo y, al ver que no bajaba los pies, lo espantó con sus manos (bueno, "espantar” es un decir, el amigo chulupi decidió acompañarme a cenar) y me preguntó: "usted es de La Paz, ¿no?”. Asentí, mientras continuaba comiendo el asado que, por cierto, estaba buenísimo.
Pero no todo lo que hice en Cobija fue comer, no. Inauguraban un bello coliseo cerca del Parque Piñata y, sin necesidad de burlar a las fuerzas de seguridad con habilidades matrix, llegué a sentarme a un borde de la cancha de futsal, al lado de la Miss Pando (suspiro), para ver un partido que enfrentaba al equipo presidencial con el equipo de la Universidad Amazónica de Pando (el año pasado el Universitario de Cobija estaba en la Liga, ojalá vuelvan pronto). Buen partido, para qué.
Por aquella época, también, mi amigo Eduardo Lima tenía un programa deportivo en la radio, Código Fútbol, y quise entrevistar a don Evo Morales para su programa, pero no lo logré: cuando acabó el partido, salió veloz y rodeado por su cuerpo de seguridad. Pero sí pude entrevistar al gran Gatty Ribeiro que había jugado en el equipo rival y que ahora es alcalde de Cobija y también a don Ludwing Arciénega, rector y presidente de la "U”, quien, muy amablemente, me recibió en su casa al día siguiente. Fue triste volver, pero los aviones no saben de esperas. Volví en un BoA, con conexión Cochabamba, y fue distinto, esos aviones no caben en mi cocina. Mientras viajaba recuerdo que pensaba que debía aprender portugués (tuve algunas dificultades en el supermercado brasileño; no hay supermercados en Cobija) para mi próximo viaje al Brasil. No cumplí. Cumpliré. Debo retornar a Pando algún día.

Tuesday, October 13, 2015

Siringuero de Pando ganó la II Olimpiada del Saber

A sus 81 años, Asencio Chupinagua mantiene vivos los recuerdos de cuando era un jovenzuelo, casi niño, y se internaba en la selva amazónica para dedicarse a la actividad de la siringa. Todo el conocimiento adquirido por años le valió el primer premio en la II Olimpiada del Saber del Adulto Mayor.
El anciano, de ojos rasgados y rostro arrugado trajo a La Paz sus herramientas para extraer la goma del árbol del caucho, y participó de la fase final del certamen organizado por la Dirección General de Posalfabetización, dependiente del Viceministerio de Educación Alternativa y Especial del Ministerio de Educación.
Junto con él llegaron otros 26 adultos mayores venidos de todo el país, quienes presentaron ponencias sobre modos de producción ancestrales, salud, nutrición, espiritualidad, costumbres e historia.
El director de Posalfabetización, Ramiro Tolaba señaló que el objetivo de este evento es recuperar y valorar los saberes y conocimientos albergados en personas de la tercera edad, a través de la producción de textos y la narración oral.
Tolaba se refirió al impacto de este tipo de actividades en las personas de la tercera edad, pues los participantes se sienten enaltecidos, ya que tienen la oportunidad de transmitir experiencias que quizás en sus lugares de origen no son tomadas en cuenta.
Asencio se sentía toda una estrella, con su lámpara de carburo en la cabeza, pues decenas de personas, sobre todo jóvenes de colegios del centro paceño le escuchaban mientras explicaba la faena del siringuero, junto con anécdotas vividas en plena selva amazónica.
Además de Asencio, Gumercindo Castellón Flores, de 78 años, nacido en Ucureña, pueblo donde se firmó la Reforma Agraria de 1953, ganó el segundo lugar con sus relatos sobre cómo era la vida del campesino antes de esa medida.
En tercer lugar se ubicó Crescencia Leañez Murillo, de Minero, Santa Cruz, que encantó al jurado con su explicación sobre las múltiples formas de cocinar el maíz, además de sus usos para artesanía.
Lo que más resaltó la anciana fue las cualidades nutritivas del producto, ideal para criar hombres “fisicudos”, aseguró.

Firmaron Reforma Agraria sobre adobes
Gumercindo Castellón Flores tenía 16 años en 1953. El 2 de agosto de ese año, vio cómo la Ley de Reforma Agraria, patrocinada por Víctor Paz Estenssoro era firmada sobre un mesón hecho de adobes, en el sitio donde ahora se alza la plaza principal de Ucureña, Cochabamba.
El anciano, que participó de la Olimpiada del Saber y obtuvo el segundo lugar, reseñó a decenas de adolescentes, jóvenes y adultos cómo era la vida de los campesinos antes de ese día, detallando abusos, humillaciones y despojos por parte de la familia Ledezma, los hacendados del lugar, además de las monjas de Santa Clara, que eran las otras terratenientas de Ucureña.
“Todas las familias se repartieron a dos hectáreas de la tierra que se expropió a los Ledezma y a las monjas, además de un lote en el pueblo y hasta hoy las familias seguimos teniendo esa propiedad, que ya no son chozas o casas de adobe, ahora ya tenemos hasta casas de piso y con hormigón armado”, resaltó el anciano.